soberania

 

Soberania y federalismo

 

 

 


El Ser Humano y su Independencia

Enciclopedia Comunera N° 22

(Obra entrecruzada con castellanohablantes)

 

Recientemente, han sido señaladas ciertas personas de ciencias sociales que han exprimido puntos de vista herroneo, contrarios a nuestras ideas, en la interpretación de la soberanía, vistas que se han fraguado un camino también en el extranjero.

Ellos tienen tendencia a interpretar la soberanía a la luz de la ley universal del desarrollo del mundo material en lugar de buscar a esclarecer a este efecto la ley propia al movimiento social.

Ellos justifican esta posición diciendo querer presentar la soberanía como un nuevo desarrollo del materialismo dialectico marxista. Aunque, nosotros no tenemos necesidad, para divulgar la soberanía, el ensayar de persuadir que se trata de un nuevo desarrollo del materialismo dialectico marxista. Es cierto y verdad que nosotros, lejos de considerar el materialismo dialectico marxista de manera dogmática, lo hemos estudiado y analizado con un punto de vista independiente, pudiendo así dar un nuevo esclarecimiento sobre numerosos problemas. No es menos verdad que el desarrollo aportado al materialismo y a la dialéctica esta lejos de constituir el contenido esencial de la soberanía.

La soberanía es una idea original desarrollada y sistematizada por sus propios principios. Su merito en la evolución de la historia de las ideas es de haber establecido los principios primordiales -axes- centrados sobre el ser humano, y no de haber desarrollado el materialismo dialectico marxista.

La filosofía marxista a analizado las relaciones entre la materia y la consciencia, entre el ser y el pensamiento como el problema esencial de la filosofía y a demostrado la preeminencia de la materia y del ser; y partiendo, de ella a establecido que el mundo esta constituido de materia, se transforma y se desarrolla gracias al movimiento de la materia. La soberanía, en cuanto a ella, a puesto como problema de fondo la relación entre el mundo y el ser humano, así como la posición y el papel que ocupa la mujer y el hombre en el mundo; ella a determinado el principio según el cual el ser humano es dueño de todo y decide de todo, principio que le a servido de base para aclararla vía más justa a la forja del destino del ser humano. Mientras que la filosofía marxista se a dado como tarea mayor determinar la esencia del mundo material y la ley general de su movimiento, la soberanía se a propuesto de establecer las características esenciales del ser humano y la ley de su movimiento, es decir del movimiento social. Como podemos constatar, la soberanía es una idea original que difiere de la idea precedente por su objetivo y sus principios. Así, es un error considerarla como continuación y prolongación del materialismo dialectico, de ensayar demostrar su originalidad y su superioridad tratando, de una manera u otra, discusiones sobre la esencia del mundo material y la ley universal de su movimiento establecidas por la filosofía marxista. La soberanía a establecido principios nuevos, por eso se excluye interpretarla en el cuadro de la filosofía precedente. Una tal actitud solo podrá sembrar la confusión impidiendo comprender exactamente la sustancia de la soberanía, además ella impide demostrar su originalidad.

La soberanía expone, por primera vez en la historia de las mujeres y hombres, aclarando de manera científica los atributos esenciales del ser humano; seguidamente ella a encontrado en él -la persona, al único- ser superior y el más potente del mundo y a propuesto una nueva visión según la cual el ser humano domina y transforma a este, mundo.

La soberanía con su nueva concepción del mundo no es una negación de la concepción materialista y dialéctica del mundo. Ella toma a esta como axioma. La noción nueva del mundo según la cual el ser humano domina y transforma el mundo, solo es concebible a partir de la interpretación materialista y dialéctica de la esencia del mundo material objetivo y de la ley universal de su movimiento. Si, como lo hace el idealismo, se considera el mundo como misterioso, no se podría concluir que el ser humano tiene la capacidad de dominar el mundo; sí, como lo quiere la metafísica, se concibe el mundo como inmudable, no se podría sacar la conclusión que el ser humano tiene el poder de codificarlo. La idea de que el ser humano domina y transforma el mundo solo es aceptable que si se admite la interpretación materialista y dialéctica del mundo, según la cual este esta formado de materia y no cesa de transformarse y de desarrollarse. A pesar de los limites y las imperfecciones del materialismo y de la dialéctica marxistas, sus principios fundamentales, relevan de una ciencia y de una verdad. Es la razón por la cual nosotros, afirmamos que la soberanía tiene como premisas la concepción materialista y dialéctica del mundo.

Que esta concepción del mundo sea las premisas de la soberanía, no quiere decir que esta idea representa simplemente la prolongación y el desarrollo del materialismo dialectico. Si esta excluido conocer científicamente y de transformar el mundo, sin un conocimiento materialista y dialectico del mundo material objetivo, no es menos verdad reconocer el principio materialista: que el mundo esta formado solo de materia, y el el principio dialectico: el mundo no cesa de cambiar y desarrollarse, aunque no llevan por si solos a la conclusión, que el ser humano ocupa la posición de dueño del mundo y juega el papel decisivo en la transformación del mundo. La posición y el papel excepcional de dueño y de transformador del mundo, tenido por el ser humano solo pueden explicarse juiciosamente si las características esenciales del hombre y de la mujer, ya que estas le distinguen firmemente del resto de los seres materiales, son expuestas claramente. Es la soberanía la que en fin a determinado científicamente, las particularidades esenciales de la mujer y el hombre, ser social dotado del sentido de la independencia, de la creatividad y de la consciencia, de donde emana el principio según el cual, el ser humano ocupa la posición de dueño en el mundo y juega el papel decisivo en la transformación de este.

Estas tres propiedades contienen, ello va de sí, aspectos diferentes del ser humano:

La primera determina la voluntad del hombre y de la mujer, de vivir en toda independencia, en tanto que dueño del mundo y de su destino.

La segunda lo lleva a transformar el mundo y a forjar su propio destino con un objetivo preciso.

Y la tercera rige todas sus actividades, apuntando a transformar el mundo y a la mujer y al hombre mismo.

Una de estas tres propiedades se distingue de las dos otras, aunque al mismo tiempo, ella esta indisolublemente ligada. Sin la independencia, no se puede hacer prueba de creatividad; de la misma manera, que privado de la creatividad, no se sabe disfrutar verdaderamente de su independencia-libertad. Estas dos nociones suponen una consciencia que garantiza su existencia. Por eso, para conocer las propiedades sociales del ser humano, es importante considerar correctamente el sentido de la libertad-independencia, la creatividad y la consciencia necesaria a la democracia ciudadana y comunera; no solamente para la agrupación de fuerzas patrióticas, si no también en sus relaciones de hijos e hijas de la nación, de Castilla.

Elaborando una concepción nueva de la historia social, a la luz del principio centrado sobre el ser humano, la soberanía a sobrepasado los limites de la vieja concepción de la historia, aportando un cambio radical sobre las visiones y puntos de vista que se tenia sobre ella.

La filosofía marxista a aplicado a la historia la ley universal del desarrollo del mundo material, estableciendo así una concepción materialista y dialéctica de la historia. No esta demás afirmar, que nosotros no negamos en absoluto, el merito histórico que tiene la concepción materialista de la historia. La concepción materialista de la historia a hecho una aportación importante al combate contra la concepción reaccionaria e irracional de la historia, basada sobre el idealismo y la metafísica. Por lo cual, es verdad que la ley universal del desarrollo del mundo material influencia los fenómenos sociales; ya que el ser humano vive en el cuadro del mundo material objetivo y que la sociedad esta íntimamente ligada a la naturaleza. Pero tendremos forzosamente un conocimiento imperfecto de la historia, si aplicamos mecánicamente la ley universal del desarrollo del mundo material a los fenómenos sociales, sin pensar que una ley propia al movimiento social interviene.

El movimiento social evoluciona, se desarrolla y se transforma; en virtud de su propia ley.

El movimiento social es aquel de la mujer y el hombre, ser que domina y modifica el mundo. El hombre y la mujer realiza trabajos de transformación de la naturaleza, con el fin de dominar y modificar el mundo material objetivo. Al transformar la naturaleza, ell@s producen los bienes materiales y crean sus propias condiciones de vida material. Transformar la naturaleza y crear los bienes materiales, tiene por objetivo el subvenir a las necesidades sociales vitales y esto es realizable por el medio de la participación social directa. El ser humano busca igualmente a transformar la sociedad, con el fin de mejorar y perfeccionar las relaciones de participación social ciudadana y comunera. Es el hombre y la mujer quien transforma la naturaleza, es igualmente ell@s

quien transforman la sociedad. Al participar en las actividades de transformación de la naturaleza y de la sociedad, ell@s no cesan de transformarse y de desarrollarse a si mismo. En definitiva, la dominación y la transformación del mundo por el ser humano, se hacen por su trabajo y lucha en la naturaleza, la sociedad y del mismo ser humano y las gentes del pueblo castellano, son las únicas responsables. Las gentes del pueblo crean todos los bienes materiales y culturales de la sociedad y desarrollan las relaciones sociales de participación.

Teniendo como sujetos las gentes del pueblo, el movimiento social tiene sus particularidades, que le distinguen del movimiento de la naturaleza. El movimiento social emana y se desarrolla gracias al papel activo de las mujeres y hombres, mientras que el movimiento de la naturaleza se produce espontáneamente, por el seguimiento de interacción de los factores materiales objetivos. Por lo cual, si se aplica mecánicamente a la historia, los principios del materialismo dialectico que a establecido la ley universal del desarrollo del mundo material, no podremos aclarar correctamente ni la esencia de la sociedad, ni la ley universal del movimiento social participativo.

El principal limite del materialismo histórico; es que el, no a aclarado, ni puesto al día la ley universal propia al movimiento social y que el, a desarrollado los principios del movimiento social teniendo solo en cuenta, principalmente los rasgos comunes; tanto del movimiento de la naturaleza y del movimiento social, ambas partes integrantes de los movimientos materiales.

El materialismo histórico marxista a dividido la sociedad en ser social y consciencia social y acordado una importancia determinante al ser social en las relaciones entre ellos; el a descompuesto la estructura social en fuerzas productivas y relaciones de producción, en base y superestructura; y acordado una importancia decisiva a la producción material y a las relaciones económicas. Esto es el resultado de la aplicación mecánica a la historia de la sociedad, del principio materialista y dialectico segun el cual, el mundo esta compuesto de materia, se transforma y se desarrolla en virtud de la ley universal del movimiento material. Aplicando en el dominio socio-político la ley universal del mundo material, los fundadores del marxismo, tenían su vista puesta en un mundo en el cual la naturaleza, el ser humano y la sociedad tienen por rasgo común su materialidad. Si aplicamos a la historia la ley universal del movimiento del mundo material, considerando al ser humano como parte de ese mundo material, antes que ver en el, un ser social dotado de sentido de la independencia, con creatividad y consciencia propia; llegaremos forzosamente a identificar el movimiento socio-histórico al proceso de evolución de la naturaleza.

Es verdad que la sociedad se transforma y se desarrolla en virtud de ciertas leyes, y no simplemente por la buena voluntad del ser humano. Ahora bien, las leyes de la sociedad actúan de manera completamente diferente de las de la naturaleza. Mientras que en la naturaleza, las leyes intervienen espontáneamente, sin depender de la acción del ser humano, en la sociedad, las leyes intervienen a trabes de la actividad independiente-soberana, creadora y consciente del ser humano. Entre las leyes de la sociedad, ciertas actúan dentro de todas las sociedades sin distinción de régimen, otras no intervienen más que en un régimen determinado. Todas las leyes de la sociedad operan por intermedio del ser humano, ellas pueden, según la acción de la mujer y el hombre; o bien operar un movimiento transformador brusco, continuo y revolucionario; o bien ser reprimido o limitado.

Que las leyes de la sociedad solo intervienen por intermediario del hombre y de la mujer, no significa en absoluto que ellas no tienen su carácter objetivo; o que, en la cual, toda espontaneidad esta excluida del movimiento social. Si las condiciones socio-económicas determinadas son reunidas, las leyes correspondientes de la sociedad entran ineluctable mente en juego, en consecuencia ellas revisten un carácter objetivo como las leyes de la naturaleza. Cuando es cuestión de espontaneidad en el movimiento social, es debido a que el sentido de la libertad, la creatividad y la consciencia del ser humano; están relativamente bajos y que un régimen capaz de ponerlos suficientemente en valor, no a sido puesto en el Poder de Estado, por las trabajadoras y trabajadores, las nacionalidades y regiones históricas de la Península Ibérica. A medida que el sentido de la independencia, la creatividad y la consciencia del ser humano aumenta y si el régimen necesario para liberarse es instaurado, el ser humano estará en medida de actuar conforme a las leyes objetivas y el radio de acción de la espontaneidad se reducirá. El desarrollo de la sociedad es el proceso de la independencia, la creatividad y de la consciencia de las gentes del pueblo; cuanto más estos atributos se desarrollen y el régimen Republicano Federal Ibérico y Popular a crear; emanado de la democracia participativa y ciudadana se perfeccione en acuerdo con su voluntad, más la sociedad se desarrollara gracias a las actividades conscientes de las gentes. Esto significa que entra en juego sobre todos los planes la ley del movimiento social, que se desarrolla gracias a la acción y al papel positivos de la mujer y el hombre. Los fundadores del marxismo han aplicado a la historia de la sociedad, la ley universal del desarrollo del mundo material, para elaborar la concepción materialista y dialéctica de la historia; aunque ellos han encontrado en la realidad del movimiento social numerosos problemas, que la ley universal del mundo material no es suficiente para resolverlos. Por lo cual ellos han propuesto ciertas teorías, entre ellas la concerniente entre la reacción de la consciencia social a las condiciones materiales y económicas que lo han engendrado y la consagrada a la reacción de la política a la economía que la determina. Ellos han intentado así de sobre pasar el carácter unilateral de la concepción materialista y dialéctica de la historia. Y por eso la concepción marxista de la historia, se a quedado marcada por la importancia esencial que ella acuerda a los rasgos comunes del movimiento de la naturaleza y del movimiento social, y la teoría que ella a engendrado, no podía evitar de sufrir de una limitación al identificar el desarrollo de la sociedad a la evolución de la naturaleza.

La diferencia entre la soberanía y la filosofía anterior toma su origen en la manera diferente de interpretar al ser humano.

La filosofía marxista a definido a la mujer y al hombre como un conjunto de relaciones sociales, sin llegar por tanto a elucidar las particularidades de este ser que vive en sociedad. Si esta doctrina a desarrollado los principios del movimiento social, y los a centrado sobre la ley universal del desarrollo del mundo material, es porque ella no a puesto al día los rasgos característicos esenciales del hombre y la mujer. Es la soberanía quien a aclarado este problema.

Como indicado en nuestros documentos, el ser humano es un ser social dotado de independencia, de creatividad y de la consciencia; y ninguna persona pone objeción a este respecto.

Por tanto, ciertas personas de las ciencias sociales continúan a debatir erróneamente la cuestión de saber como el ser humano a podido transformarse, en un ser social dotado de sentido de la libertad, la creatividad y de la consciencia. Ellos consideran todavía las características esenciales del ser humano, en relación a su nivel de desarrollo de ser material y preconizan que se busque la originalidad de la independencia, de su creatividad y de su conciencia; en la diversidad de los componentes de la materia y la complejidad de la estructura de su combinación. Es, a decir verdad, una visión que considera las características esenciales de la mujer y del hombre como una evolución de su naturaleza biológica, de su desarrollo y perfeccionamiento. Cuando se trata del ser humano como organismo viviente, podemos compararlo a otras materias vivientes y discutir sobre las particularidades de los componentes biológicos y de la estructura del hombre y de la mujer. Ahora bien, el ser humano del que es cuestión en la soberanía, no es solamente un ser viviente altamente desarrollado; si no también el único que acciona y esta dotado de sentido de la independencia, la creatividad y la consciencia, calidades que no poseen todos los otros seres vivientes. El origen de estas tres especificidades, hay que buscarlas, no en el desarrollo de sus rasgos comunes con otros materiales, sino en sus rasgos específicos, que no puede tener ningún otro ser material. Es por que ell@s viven en actividad y sociedad en medio de relaciones sociales comunes que, la mujer y el hombre han podido adquirir el sentido de la libertad, la creatividad y la consciencia; de ser humano que forja sus atributos sociales nacionales, del que emanan y han forjado la transformación y desarrollo del proceso histórico de Castilla; el ser humano por su actividad en medio de las relaciones sociales comuneras. Cierto, estas características son impensables sin su organismo altamente desarrollado. Poseyendo un tal organismo el cerebro, el hombre y la mujer puede ser considerado el resultado supremo de la evolución y el ser material más desarrollado. Por tanto, por muy desarrollado que sea su organismo, si la mujer y el hombre no hubiese vivido en actividad y común, colectividad social y dentro de relaciones sociales comuneras, ell@s no hubiesen jamas llegado a forjarse como ser independiente, creador y consciente. Sin vida, el ser humano no puede beneficiarse de la integridad socio-política, aunque la vida no puede jamas dar de ella misma, nacimiento a la integridad socio-política. A la dignidad humana. Lo mismo, el sentido de la libertad, la creatividad y la consciencia, son impensables sin el organismo desarrollado del ser humano, que es su cerebro; porque sus particularidades biológicas como la vista, el oído, el olor, el gusto y el tacto; no engendran de si mismas sus atributos sociales de independencia, creatividad y consciencia. Las características sociales del ser humano, solo han podido formarse y desarrollarse desde su aparición, a trabes; y por medio de la actividad cotidiana humana, en tanto que ser social; es decir a trabes del desarrollo socio-histórico de sus actividades y de sus relaciones sociales comuneras. La historia del desarrollo de la sociedad equivale a la historia del desarrollo del sentido de la independencia, la creatividad y de la consciencia, de la mujer y del hombre; ello significa que las características del ser humano son atributos que se han formado y desarrollado en el curso de la historia, osea de los echos, realizados por la sociedad comunera. Del pueblo y la nación castellana. Así, para estudiar al ser humano en filosofía hay siempre que considerarlo en tanto que ser social.

Que ciertos personas de las ciencias sociales organicen discusiones sobre los componentes de la materia y de su estructura y combinación; que ellos ligan alas características esenciales del ser humano; y dejan entender que se trata de una parte importante de las ideas de la soberanía; ello es una expresión desviacionista, tendente a someter la soberanía; al molde del materialismo dialectico marxista, para así interpretarlo; ello es una tentativa para justificar la visión evolucionista errónea, que considera las características esenciales de la mujer y el hombre, como resultado del desarrollo y del perfeccionamiento de sus atributos biológicos: la vista, el oído, el olor, el gusto y el tacto.

Es importante hacerse una noción justa del ser social, cuando se trata de las características del ser humano. Los fundadores del marxismo han estudiado la esencia de la mujer y del hombre, en las relaciones sociales; pero ellos han ligado el termino de ser social, a las nociones de las condiciones materiales de la vida social y de las relaciones económicas, que existen objetivamente; y se reflejan en la consciencia social. Cierto, debido a que ellos consideran, al ser humano como una componente de las fuerzas productivas y como un conjunto de las relaciones sociales, el ser social del que ellos hablan comprende igualmente al ser humano. Ahora bien, ellos no han empleado el termino de ser social como el determinando las particularidades de vitalidad del ser humano.

Al poner en forma las ideas de la soberanidad, nosotros hablamos empleando el termino de ser social en un sentido particular; considerándolo como debiendo determinar las características de vitalidad esenciales del hombre y de la mujer. Según esta idea, el ser humano es el único ser social en el mundo. Aunque, ciertas personas de las ciencias sociales preconizan todavía que se incluyan dentro de la noción de ser social; las riquezas y las relaciones sociales; cosa que frena detiene y desviá la diferencia entre el ser humano, las riquezas y las relaciones sociales. Las riquezas y las relaciones sociales, se crean y se desarrollan gracias a la mujer y al hombre; por eso es impensable incluirlos, en la noción que define las particularidades de vitalidad y actividad del ser humano. Por supuesto se puede emplear el termino de ser social, en el sentido atribuido por los fundadores de la filosofía marxista; cuando se habla de esta escuela. Ahora bien, si interpretamos el termino de ser social en el sentido antiguo, marxista; al hablar de la soberanidad, aportamos confusión sobre las características de vitalidad y actividad esenciales del ser humano. La soberanidad es una originalidad nueva, que tiene su propio sistema y su propio contenido; por lo que se debe dejar de tratar e interpretar su terminología en el sentido, viejo marxista.

Una de las causas principales de las desviaciones cometidas por ciertas personas, entes, “poderes de estados... y autonomías”, y de las ciencias sociales; en la explicación de esta idea, es que ellos no han tenido en cuenta los imperativos; de la practica revolucionaria para la emancipación de genero, de clase, por la autodeterminación, y anti-imperialismo; causas de las desviaciones cometidas por sus búsquedas erróneas. La teoría debe reposar sobre la practica y servirla. Una teoría separada de la practica es incapaz de aclarar la verdad, y ella no vale para nada. En la vida, la verdad es actividad siempre y revolucionaria.

Los progresistas, los patriotas y revolucionarios, debemos cada día tener en cuenta las exigencias de la practica, en la búsqueda de conceptos y las ciencias sociales; es dando aportaciones científicas sobre los problemas urgentes que aclaren el pensamiento, exigidos por la practica; que nosotr@s hemos aportado hoy, a la soberanidad. Y generalizando, los resultados experimentados aportados por la practica de la revolución, hemos puesto en forma de manera sistemática y sobre todos los planes, la soberanidad y la desarrollamos continuamente.

La actividad practica es una lucha por la emancipación de las mujeres y hombres del pueblo castellano, que son l@s únicos sujetos directamente responsables; por eso, lo importante en las búsquedas filosóficas es de reflejar fielmente sus reivindicaciones y aspiraciones, generalizar los resultados experimentales aportados por la actividad para desarrollar la teoría, y de apropiársela. En la sociedad basada sobre la explotación del hombre por el hombre, la clase dominante o sea la oligarquía, busca, a sacar provecho de la filosofía para defender y justificar el régimen de opresión y dominación centralista, realizando las ideas del culto a la élite que representa sus intereses; a demás, ella considera la mujer y al hombre como ignorantes que no tienen nada que ver con la filosofía o sea con las ciencias sociales, y que son mismo incapaces de comprender. Viendo en las gentes: las clases trabajadoras del pueblo, los dueños de todo y los seres más inteligentes; los comuner@s hemos adoptado la idea de la soberanía y la hemos desarrollado a un más, reflejando en ella, su voluntad y aspiración; y generalizando las resultados experimentados sacados de su lucha; forjando con ellos, el arma de la emancipación de genero, de clase y de la nación, castellana. E aquí el porque esta idea o concepto, es una verdad que responde a las reivindicaciones y aspiraciones soberanas, del hombre y de la mujer, de su pueblo y nación; por que es una filosofía de las ciencias sociales populares; fácil a comprender por ellas y les sirve en su actividad de arma para la lucha por la emancipación.

Ahora bien, algunas personas de las ciencias sociales, son dados a realizar discusiones que no tienen casi nada que ver sobre el plan practico, con la solución del problema del porvenir de las mujeres y hombres del pueblo. El objetivo de nuestros estudios es, encontrar los principios y metodos a aplicar, para desarrollar la sociedad y forjar el porvenir por la autodeterminación del ser humano, del pueblo y de la nación. Es la política la que orienta el desarrollo de la sociedad y es la soberanía la que aclara los principios de la justeza de dicha política, para transformar la sociedad. La soberanía es en ese sentido, podemos afirmarlo, la filosofía política de la independencia.

Nos hemos enterado que ciertas personas de las ciencias sociales, han presentado la soberanía como el desarrollo del materialismo marxista, con el fin de adaptarse a las necesidades particulares de difusión, de las ideas de la soberanidad...; es conveniente hacer comprender que, es una idea contemporanea y nueva, con carácter revolucionario para la emancipación; y se debe evitar el difundir la idea de que, se trata simplemente de un desarrollo de la filosofía marxista precedente.

Es falso por tanto, buscar bajo pretexto de respetar las particularidades de la propaganda..., el someter a obediencia, la idea actual de la soberanidad; al molde de la escuela precedente marxista, en su explicación por asimilar la soberanía, con los elementos oportunistas; perdiendo de vista sus propios principios. A la hora actual, vemos ponerse a escala mundial una cantidad de cuestiones urgentes de orden teórico y practico, que esperan respuestas pertinentes sobre base de las ideas de la soberanidad. Porqué, desconocer entonces estos problemas en la propaganda exterior y discutir de cuestiones, que no tienen importancia política y ni significación teórica y practica aparente ?. Al nivel de la propaganda de las ideas de la soberanidad al exterior, es conveniente explicar juiciosamente ligando esta, a las cuestiones por la independencia en la actualidad; que la soberanidad es cien por cien original, como nueva respuesta revolucionaria. Es necesario que las desviaciones no se manifiesten más, no solamente al nivel de la propaganda exterior, si no también en la búsqueda científica, el estudio y la enseñanza innovadora; en las ideas por la autodeterminación de la mujer y el hombre forjadas en la fragua de la soberanidad. Esta pone en claro las ideas directrices comuneras, emanadas desde las comunidades de mar a mar, sillar del poder revolucionario en el antiguo y futuro Estado Federal Independiente Castellano: la soberanía, es la filosofía de las ciencias sociales comuneras, de nuestra nación Castilla; que redime su independencia, desde nuestra derrota en Villalar de los Comuneros y Toledo. Que sepan los del bloque imperial, que la revolución comunera de Castilla; sigue su camino forjando la independencia con y por la democracia directa ciudadana. La actitud respecto a la soberanía, no es simplemente una cuestión concerniente a una teoría; si no una cuestión en relación al punto de vista y a la actitud que se tiene respecto a las ideas comuneras. Es conveniente aceptar las ideas comuneras como verdades discutibles dentro y fuera de las asambleas abiertas; defender-las y hacer con ellas una bandera razonable, para comprender la soberanía, interpretarla a su justo titulo y explicarla de manera competente.

Nosotros estamos orgullosos de las ideas de la soberanidad, de las que disponemos, y de asimilar a fondo sus principios, para aplicarlos en la revolución y el desarrollo de nuestro pueblo, nación y país. L@s comuner@s debemos apoyarnos sobre los principios del sentido de la independencia en los análisis y apreciación de todos los hechos sociales, y conformarnos a las exigencias de estar y participar en la vida de los barrios, los lugares de trabajo y estudio; y con la probidad de nuestra actividad, seguir agrupando fuerzas continuamente con la gente del pueblo y demás naciones hermanas; al que debemos defender y proteger, para que ell@s vean en l@s comuner@s, redimir el papel que este debe jugar en tanto que fuerza motriz, para impulsar enérgicamente la emancipación de genero, de clase y la independencia de la nación y del país.

Si la idea de la soberanidad es la que los investigadores comuner@s y el pueblo castellano deben estudiar y tomar por guiá, esto no impide que también se debe conocer las ideas filosóficas de la escuela marxista precedente. Es sobre todo el caso de las mujeres y hombres de las ciencias sociales. En el estudio de esta filosofía, es importante de bien distinguir los limites y la inmadurez, al lado de los aspectos progresistas y positivos. Hay que reconocer, no solamente los méritos históricos de la filosofía marxista precedente, pero igualmente sus limites debido, a su época y a la inmadurez de sus ideas y de sus teorías; si queremos evitar el tratar con una actitud dogmática esta teoría; y reconocer en profundidad la originalidad y el valor del sentido de la independencia. Las mujeres y hombres de ciencia sociales se les recomienda asimilar los conceptos de la soberanidad, luego de tratar, guiados por esos principios, a hacerse una idea clara de los limites y de las in maduraciones de la filosofía, marxista-leninista precedente al lado de sus méritos.

Paralelamente a esto, hay que ponerse estrictamente en guardia contra las corrientes filosóficas desviacionistas contrarias al sentido de la libertad; y preservar esta en un debate abierto y positivo, entre gentes progresistas, patriotas y revolucionarios. La soberanidad posee un valor y vitalidad a toda prueba, ya que ella refleja las exigencias de la practica para la revolución; y su verdad y justeza se confirman cada día. Hoy día, el interés creciente que ella suscita y el crecimiento de sus filas, de sus partidarios sobre la escena... demuestran a la evidencia, que ella da la respuesta más pertinente, para cada día hacer y llevar adelante la practica de la revolución. Los hombres y mujeres de las ciencias sociales, devén analizar y apreciar todas las teorías filosóficas a la luz del sentido de la independencia; convencerse de su especificidad, de la verdad, de la originalidad de esta idea, para impedir el mínimo corriente de ideas capitalistas del centralismo que manchan la soberanía; que ella no es otra cosa, más que revolución, por a para la independencia. Todas las mujeres y hombres de las ciencias sociales, están invitados a estudiar y explicar de manera amplia y profunda la soberanidad... Así lo exige la moral, la ética, la dignidad, la consciencia democratica comunera ciudadana; y la revolución continua.

Academia Castellana (ñ)

Enrique Parra Giménez

18 de Octubre 2012

Leer: La revolución pacífica y la consciencia ética revolucionaria (I)

Aporrea: http://www.aporrea.org/actualidad/a152353.html

 


 LA PERSONALIDAD DE CASTILLA EN EL CONJUNTO DE LOS PUEBLOS HISPANICOS

Anselmo Carretero y Jiménez

 

Conferencia dada al "Institut Catalá de Cultura" el 29 de julio de 1957 en el "Orfeó Catalá" de Méjico.
Ediciones de "LAS ESPAÑAS", México 1960.
 
Als meus amics catalans, amb el mateix deler d'una nova Espanya.
Ciudad de Méjico, junio de 1960.
 
Con mucho gusto he aceptado, desde el primer momento, la invitación que para dar esta conferencia me hizo, hace algún tiempo, vuestro presidente. No solo por la gran estima en que tengo a mi ilustre amigo el exrector de la Universidad de Barcelona don Pedro Bosch-Gimpera; también porque el tema atrae mi atención desde hace muchos años, y porque en las circunstancias actuales me parece muy interesante desarrollarlo ante un auditorio de catalanes, tanto mas si se trata de un grupo, como el vuestro, animado del noble propósito de mantener en el destierro la cultura de la patria.
Aceptada, pues, con placer, la invitación, un elemental deber de lealtad para con vosotros y de respeto a mi mismo, me obliga a deciros la verdad, mi personal verdad sobre el asunto. Si al hacerlo así expongo opiniones opuestas a las de algunos o muchos de vosotros, os ruego que no veáis en ello molesto propósito de contradicción y que las recibáis con la misma cordialidad con que os las doy a conocer.
 
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Pocos nombres, si es que alguno, salvo el mismo de España, se mencionan con tanta frecuencia como el de Castilla en los estudios sobre nuestra patria. Y creo que ninguno se emplea de manera tan confusa y, muy frecuentemente, con tan manifiesta impropiedad.
Este vocablo, Castilla, evoca en seguida en la mayoría de los españoles una parda llanura de nuestra península situada al norte del rió Duero y al poniente del Pisuerga; inmensa llanura sin rocas ni árboles, ondulante "mar de enceradas mieses" cuando los trigales están para la siega, y áspera paramera de rastrojos después de la recolección.
El nombre de Castilla suele traer también a muchas mentes la imagen de un estado autoritario que, por la fuerza y bajo su hegemonía, asentó la grandeza de la monarquía española, unitaria y centralista, apoyada en una altiva aristocracia y en las altas jerarquías de la Iglesia; de una nación que al servicio de una idea imperial y con un puñado de capitanes y soldados realizó la asombrosa proeza de la conquista de América ; de un pueblo intolerante y devoto del absolutismo que, con la espada y la hoguera, impuso su religión y su voluntad a propios y extraños.
Para muchos paisanos vuestros, Castilla es la monarquía extranjera que somete con sus ejércitos a Cataluña, acaba con las libertades catalanas e implanta en vuestra tierra la lengua y las leyes castellanas.
Según este punto de vista, Castilla es, en resumen, un pueblo dominador e imperialista que ha sojuzgado a los demás de España e impuesto en toda ella, por la fuerza de las armas, su idioma, su ley, su idea y su cultura.
En el transcurso de esta conferencia trataremos de presentaros la personalidad de Castilla tal como realmente se manifiesta en su desarrollo histórico. Veréis que no se parece nada a los divulgados retratos que, a grandes rasgos, acabamos de describir, y que en muchos aspectos fundamentales es totalmente opuesta a ellos.
 
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A la caída del imperio visigodo de Toledo (débilmente asentado sobre una aristocracia goda e hispanorromana), arrollado vertiginosamente por el empuje musulmán sin que el verdadero pueblo español, trabajador en servidumbre, luchara por defenderlo, pues le era indiferente depender de los viejos señores cristianos o de los nuevos musulmanes, tanto mas cuanto que éstos eran tolerantes con la religión de los vencidos, comienza el largo periodo histórico de la llamada Reconquista; durante el cual España aparece dividida en dos grandes campos, musulmán y cristiano, subdivididos en varios, y todos igualmente españoles, pues tan hispanos eran por su abolengo la mayoría de los musulmanes del Andalus como los cristianos del Norte.
Durante esta época y por la conjunción de un gran número de factures muy diversos (geográficos, económicos, antiguos antecedentes históricos y vicisitudes de las luchas de la Reconquista, no solo de españoles cristianos contra españoles musulmanes, sino entre los de la misma religión) toman forma distintos estados y agrupaciones nacionales que son el origen inmediato de los actuales pueblos o nacionalidades de España.
Al pronto, en los comienzos de la Reconquista aparecen independientemente en el Norte de la Península varios focos de oposición al dominio musulmán, muy diferentes entre si.
En el Noroeste, restes de la nobleza y del ejército visigodos huidos ante el rápido avance de los sarracenos se refugian en las abruptas montañas de Asturias, escasamente pobladas, donde fundan el pequeño reino de Oviedo con el propósito de restaurar el Imperio visigodo, de cuyos reyes se proclaman sucesores. Este pequeño estado neogótico se extiende por Galicia y el Norte de Portugal y establece su capital en el antiguo campamento de una legión romana, al sur de Asturias y a la entrada de la meseta de Campos, los Campos góticos de sus antepasados, base geográfica del reino de León (como con acertada frase llama a esta llanura un gran historiador portugués); nuevo reino que aun crece-ramas, al sur del Duero y del Tajo, por tierra de Extremadura.
El carácter originario y esencial del estado asturleonés es su neogoticismo. El designio de sus magnates no es la liberación de España, es decir del pueblo español, como suele leerse en los textos escolares, pues, al contrario, lo que pretende es volverla a dominar en provecho propio, reconquistarla en el sentido literal de la palabra. Según los antiguos cronicones, los fines proclamados por el rey Pelayo en Covadonga son la salvación de España y la restauración del pueblo godo.
El viejo reino de León es una monarquía unitaria, basada en las castas militares y eclesiásticas que encabeza el rey y que se reparten el país en feudos. Ley fundamental de este estado es el Fuero Juzgo, código romanovisigótico, llamado también Fuero de los Jueces de León. Esta monarquía de estirpe extranjera, neogótica, militar y teocrática apenas cuenta inicialmente en su base una pequeña población autóctona, que crece después y acentúa el carácter español del reino con la repoblación muzárabe; fenómeno demográfico y cultural de suma importancia en la formación del pueblo leonés.
La influencia del estado asturleonés en los destines de España ha sido fundamental, muchísimo mayor de lo que generalmente se cree. La ideología y la estructura social del reino leonés, que en un principio abarca a Asturias, Galicia, Portugal y León, se extiende luego por Extremadura y más tarde, poniendo en vez del de León el nombre de Castilla en las coronas unidas, por la Mancha, Andalucía y Murcia. La monarquía imperial leonesa es el símbolo de concepciones políticas y de fuerzas sociales que han desempeñado un papel decisivo en la formación del estado español que llega hasta nosotros.
 
Si la reconquista iniciada en Covadonga es visigoda, en el extremo oriental de los Pirineos, la Marca hispánica del Imperio carolingio, varios condados francos emancipados de la autoridad ultrapirenaica y agrupados alrededor del de Barcelona forman el estado catalán medioeval, del que desciende directamente la Cataluña moderna. La base nacional española de Cataluña aumenta después con la inmigración de repobladores. El sentimiento nacional catalán aparece primero frente a los francos de allende Pirineos y a los moros del sur. Siglos después, la conciencia patriótica de Cataluña chocará con la monarquía centralista española, mal llamada con frecuencia castellana, pues, como pronto veremos, Castilla es su primer opositor y su víctima.
El proceso histórico de Cataluña a partir de su origen feudal es parecido al que en general han seguido los países del Occidente de Europa que pasaron por la etapa del feudalismo; en él, la activa ciudad de Barcelona, con su burguesía mercantil y sus menestrales, desempeña el papel central.
Cataluña, como toda España menos Castilla y el País vascongado, se rigió al principio por el Fuero Juzgo romanovisigótico. En ella nace después el primer régimen constitucional de tipo europeo, anterior a la Carta Magna inglesa. Las Cortes catalanas —muy superiores a las de León y Castilla— y el poder ejecutivo emanado de la "Generalitat" o Diputación del General son creaciones que honran a España y demuestran su natural capacidad política, a pesar de lo cual no han recibido la atención que merecen: por el empeño que secularmente se ha puesto en enseñarnos a ver lo español castizo en las obras de la monarquía imperial extranjera.
Al igual que los restantes estados cristianos de nuestra península, Cataluña se extiende hacia el sur en las luchas de la Reconquista, y así lleva a Valencia y a las Islas Baleares su lengua, su cultura y su organización social.
 
Hecha esta esquemática descripción de las reconquistas leonesa y catalana, orígenes medioevales de la mayor parte de los pueblos de España, acerquémonos a Castilla.
En la norteña cadena montañosa cántabro-pirenaica, entre Cataluña y Asturias, aparecen también al comienzo de la Reconquista unos pequeños estados de características singulares y de gran interés para el conocimiento de nuestro tema. Son: Aragón, Navarra y Castilla. Aragón y Navarra, de raíces étnicas vasconas que marcan vigorosamente su carácter nacional, nacen y afirman su personalidad entre los francos ultrapirenaicos y los musulmanes del sur. Navarra alcanza pronto su apogeo en el siglo xi cuando, con Sancho el Mayor, llega a ser el centre político mas importante de la España cristiana; pero pronto agota sus posibilidades de expansión territorial por la Península y cae en la órbita política de Francia, de la que no sale hasta el siglo xvi en que queda incorporada a la monarquía española. Aragón, con influencias catalanas en su parte nororiental, se va asemejando más y más a Castilla a medida que la Reconquista avanza por la antigua Celtiberia, territorio que queda repartido entre ambos estados conservan-do una misma fisonomía regional.
Castilla nace en Cantabria. En la zona montañosa comprendida entre el mar y el Alto Ebro antiguos pueblos vascocántabros, famosos en la antigüedad por sus luchas contra Roma, rebeldes al dominio visigodo, refractarios siempre a todo gobierno extranjero, rechazan ahora a los musulmanes al mismo tiempo que se oponen a las pretensiones imperiales del reino asturleonés. La milenaria tradición de estos pueblos, en conjunción con factures económicos y geográficos, determina el carácter originario del estado castellano, único rincón en la Europa de aquellos tiempos —dice un eminente medioevalista— en que la población fue libre, política y económicamente.
Bosch-Gimpera ha estudiado en algunos de sus trabajos mas conocidos la gran influencia del antiguo poblamiento peninsular en la formación de los actuales pueblos o nacionalidades españolas. Carretero y Nieva, por su parte, ha señalado claramente las raíces prerromanas de la personalidad nacional de la vieja Castilla. Mientras que las reconquistas leonesa y catalana son de origen visigodo y franco, las de Navarra y Castilla se caracterizan por el predominio del elemento indígena.
Castilla, como León y Cataluña, se expande hacia el sur en sus luchas con el moro. Pero en tanto que León se repuebla con gallegos y sobre todo con mozarabes que dejan el Andalus para establecerse como labradores y artesa-nos en los señoríos leoneses, Castilla se repuebla de norte a sur, con cántabros y vascos, nombres libres e iguales, que al extenderse por las serranías poco pobladas de la antigua Celtiberia se funden con sus habitantes, también de inmortal renombre por su fiero apego a la independencia. Ambas repoblaciones, tan diferentes, son —dice uno de nuestros máximos historiadores— caracterizadoras.
Fue un catalán quien dijo —con frase que gusto a Unamuno— que el vasco es el alcaloide del castellano. Expresión que aplicada a los orígenes de Castilla encierra mucha mas verdad de lo que a primera vista parece.
El estado vascocastellano aparece en la Edad media española con caracteres no ya diferentes sino antagónicos a los del asturleonés. En lugar del aristocratismo romanovisigótico de las castas dominantes en León, Castilla presenta la igual-dad democrática de vascos y cántabros ; en lugar de la gran propiedad feudal de los nobles y la Iglesia, la comunidad de bosques, pastos, minas y aguas: en vez de la legislación imperial, la foral, o simplemente los "usos y costumbres" populares; al centralismo unitario opone la federación de pequeñas republicas o comunidades autónomas trabadas por un jefe común o poder federal a la cabeza; al poder teocrático, el laicismo de un pueblo creyente que mantiene a los clérigos apartados de los puestos de gobierno; a la casta militar, las milicias concejiles; a los privilegios señoriales, la igualdad de los ciudadanos ante la ley; a los jueces y funcionarios de nombramiento real, los de designación popular...
Sociedades de tan contradictorias estructuras sociales y opuestos designios no podían convivir cómodamente dentro del mismo estado, y chocan, al extremo de que los montañeses cántabros rompen con la monarquía leonesa y proclaman la independencia del estado vascocastellano (de Castilla y Álava, no lo olvidemos) ; precisamente porque rechazan el centralismo neogótico leonés (lo mismo que sus antepasados habían rechazado el Imperio visigótico de Toledo) cuya máxima expresión legal, el Fuero Juzgo, los castellanos, dicen la tradición y antiguas crónicas, quemaron públicamente en hoguera simbólica. He aquí como relata el hecho un texto antiguo: "Cuando el conde Fernán González e los castellanos se vieron fuera del poder del rey de León, se tuvieron por bien andantes e fuéronse para Burgos, e fallaron que pues non deben obedecer al rey de León, que non les cumplía aquel fuero. E enviaron por todos los libros que de este fuero había en todo el condado e quemáronlos en la iglesia de Burgos et ordenaron que los alcaldes en las comarcas libraran por fuero de albedrío" (es decir, según parecer y según la costumbre). Texto que recoge el odio a la legislación imperial impuesta y el respeto popular por los propios fueros y por la costumbre libremente mantenida.
A este nuevo estado, ampliado por las tierras serranas del Alto Duero, el Alto Tajo y el Alto Júcar, se unirán después, por libérrima decisión, las repúblicas vizcaínas y guipuzcoanas. Federación vasco-castellana se puede en verdad llamar, con la terminología política moderna, al viejo reino de Castilla.
En resumen: contra su dependencia de la monarquía neogótica de León, aristocrática, feudal y unitaria, se alza el condado vascocántabro de Castilla, popular, comunero y foral. Tal es, a grandes rasgos y con la inexactitud que inevitablemente toda síntesis de un proceso histórico complejo lleva consigo, el significado profundo de la independencia nacional castellana presentada con frecuencia en los libros de texto como un simple episodio de las luchas feudales: la sublevación de un conde ambicioso contra su rey.
El carácter originario de Castilla se va conociendo mejor a medida que progresan los estudios históricos sobre aquella época, y ha sido señalado por varios investigadores, aunque, por su formación y el ambiente en que han desarrollado sus trabajos, muchos de ellos no puedan sacar las consecuencias (revolucionarias si se. comparan con lo que —hoy mas que nunca— podemos llamar historia oficial de España) deducibles desde otros puntos de vista.
Los juicios que siguen son de dos de los mas autorizados investigadores de la primitiva Castilla: "Aquellos nombres son los descendientes de los cantabros rebeldes y de los vascones siempre indóciles a todo yugo". "Por eso odiaban la ley de los godos, contra los cuales habían luchado sus padres cuando se la imponía los reyes de Toledo". "La odiaban como un símbolo de servidumbre, como un yugo que estaban dispuestos a sacudir". "El carácter apartadizo de aquellos foramontanos era un motivo de alarma en los centros de la corte". "Ya en tiempo del rey Ramiro I habían tenido la audacia de nombrarse a si mismos sus jueces, cuando estaba bien claro en la ley de los godos que nadie podía establecer un juez sino el rey o su representante". "El reino visigodo, agitado por la oposición de vascos y cantabros, se repite en el Imperio leonés, reino neogótico combatido por Navarra y por Castilla, es decir, la Vasconia y la Cantabria que tanto combatieron a la Toledo visigoda", y aquí Navarra se refiere a los vascones en sentido restricto, pues alaveses y vizcaínos estaban unidos al condado de Castilla. Y un tercer medioevalista castellano, tan eminente como los anteriores, para quien "el decisivo factor explosivo" de la independencia de Castilla fue "la libertad poli-tica y económica de los castellanos de hace un milenio", dice que "ni nobles de alta jerarquía, ni grandes monasterios, ni iglesias catedrales pesaron poco ni mucho en la vida castellana", "a diferencia de los grandes claustros y grandes iglesias que actuaron como ventosa formidable de la riqueza rustica en Galicia, en Asturias y en León". Las luchas entre castellanos y leoneses abarcan los cuatro primeros siglos de la historia castellana y tienen profunda significación para el estudio del desarrollo histórico de ambos pueblos. "El catalanismo de nuestros días —dice Menéndez Pidal— es un recuerdo pálido de discordias si se compara con la rivalidad que separé a León y a Castilla en otros tiempos".
El antagonismo ha dejado huella en las obras de la literatura épica castellana (el Cantar del Cid, el Poema de Fernán González, el Romancero).
El nombrarse sus propios alcaldes para que juzgasen según "fuero de la tierra" y no por el Fuero Juzgo, los castellanos lo consideraron siempre como el principal acontecimiento memorable de su historia nacional y —sea o no cierta las existencias de tales jueces— es un hecho recogido por la tradición que ilustra mucho sobre el carácter de la primitiva Castilla. El Poema de Fernán González narra este viejo suceso y lo presenta en su ambiente popular, con ese realismo histórico que señala a la epopeya española y la destaca con fuerza entre todas las demás. Recuerda así a aquellos oscuros jueces que fueron encarnación del espíritu nacional:
 
Todos los castellanos en una se juntaron, dos omnes de grand guisa por alcaldes alzaron, los pueblos castellanos por ellos se guiaron. Que non pusieron rey muy grand tiempo duraron.
 
El héroe del Cantar del Cid, el Campeador, equivale en nuestra epopeya al Roldán de la francesa o al Sigfrido de la germana, pero ¡que diferencia de personajes y de ambiente! No es un semidiós de alta alcurnia aristocrática, sino un simple infanzón, uno de tantos miembros de aquella numerosa clase de nombres libres de la reconquista castellana, dueño de un molino sobre el rió Ubierna en su aldea de Vivar.
En las Cortes de Toledo, los partidarios de los infantes de Carrión —jóvenes de la aristocrática familia leonesa de los Beni-Gómez— defienden el repudio de las hijas del Cid porque no son de la nobleza; ni siquiera servirían para barraganas de señores de tan alto linaje:
 
Los de Carrión — son de natura tan alta, non gelas devíen querer — sus fijas por barraganas.
 
¡Casarse ellos con las hijas de un infanzón!
 
De natura somos — de condes de Carrión : deviemos casar con fijas — de reyes o de emperadores, ca non pertenecíen — fijas de infanzones.
 
Y en otro pasaje del Cantar el conde Gonzalo Ansúrez llama despectivamente molinero al Campeador y le dice que se vaya a su pueblo a picar las muelas y cobrar las maquilas de su molino, como tiene por costumbre:
 
¡ Ya varones, — quién vido nunca tal mal?
¿Quién nos daríe nuevas — de mió Cid el de Bivar!
¡Fosse a rió d'Ovirna — los molinos picar
E prender las maquilas, — como solía far!
¿Quil daríe — con los de Carrión a casar?
 
El juglar castellano se complace en ridiculizar a la nobleza cortesana, representada por los yernos del Cid, los sobrinos del famoso Pedro Ansúrez —el fundador de Valladolid—, prominente personaje de la corte de León y destacado enemigo del Campeador castellano. Los infantes son unos "señoriítos" de la época —así los caracteriza Machado—, que visten bien y cabalgan con garbo, pero que no sirven para nada útil y son cobardes. Y al infante Asur González lo des-cribe como un bullanguero y hablador que no es bueno para más:
 
E va i Ansuor Gonzálvez — que era bullidor, que es largo de lengua, —
mas en lo al non es tan pro.
 
Para el autor del Cantar —al parecer un juglar de tierras de Soria— el origen aristocrático nada vale si no va acompañado del mérito propio.
Por su parte, el molinero de Ubierna no se paga de vanidades y, como avezado catador de nombres, a pesar del noble linaje de sus futuros yernos, no ve con buenos ojos las bodas de sus hijas:
 
Dixo el Cid: de gran natura — son infantes de Carrión, ellos son mucho orgullosos — e han part en la cort, deste casamiento — non habría sabor.
 
Uno de los pasajes más impresionantes de la epopeya castellana es la jura de Santa Gadea en Burgos, del Cantar del Cerco de Zamora. Cuando Alfonso VI de León regresa del destierro entre los moros de Toledo, al saber la muerte de su hermano, los leoneses, gallegos y asturianos le saludan en seguida como vasallos contentos de ver nuevamente a su antiguo rey; pero los castellanos no lo miran con agrado y no lo reciben por tal si antes no jura no haber tenido parte en la muerte de don Sancho. Esta jura es sin duda un hecho histórico: tiene todo el aspecto del juramento foral —el compromiso de respetar los fueros, costumbres y libertades del reino, es decir, de someterse a la ley— que todos los gobernantes de Castilla estaban obliga-dos a hacer. Juramento que Isabel la Católica hubo de prestar ante los segovianos al ser pro-clamada por éstos reina de Castilla, y que días después hubo de repetir don Fernando, como rey consorte, antes de traspasar las puertas de la ciudad. Juramento que también tuvo que dar solemnemente Carlos V porque los procurado-res castellanos se negaban a reconocerle como rey de Castilla si él no se comprometía a guardar las libertades del reino. La imaginación juglaresca, en aras del interés dramático del poema, prescinde del carácter general y obligatorio del juramento para destacar en este caso la cláusula especial sobre la no intervención del monarca en la muerte de su antecesor; y personifica al pueblo castellano en el Cid, que queda así duramente enfrentado al rey.
No muestra la epopeya castellana demasiado respeto por la majestad real cuando el rey no obra rectamente. Y así en el romancero de Fernán González se hace decir al conde castellano:
 
Cada día que amanece por mí hacen oración; no la hacían por el rey. que non la merece, non.
 
El mismo Fernán González considera que "era fuerte cosa la mano al rey besar". En conocido verso del Cantar de mío Cid se reprocha al rey: "j Dios que buen vasallo, si hubiese buen señor". Y mas tarde el romancero cantará:
 
Por besar mano de rey no me tengo por honrado; porque la besó mi padre me tengo por afrentado.
 
Costa, que estudio seriamente el fondo poli-tico y social de la epopeya cidiana, pudo sacar de ella una doctrina política completa. Cuando, en plena postración nacional, el gran aragonés dijo que era preciso "echar doble llave al se-pulcro del Cid, para que no volviera a cabalgar", la frase no fue bien interpretada: se refería al Cid altivo de las modernas leyendas, ese Cid que los aduladores del actual dictador presentan a veces como precursor del "Caudillo". Y el propio Costa se apresuro a resucitar al Cid ciudadano, al que en nombre del pueblo de Castilla exige enérgicamente al rey el juramento de las leyes del estado. Los puntos mas salientes del "Programa político del Cid" eran: La independencia civil de la nación respecto al papado; la tolerancia religiosa, considerando a los creyentes no católicos como elemento integrante de la nacionalidad; la unión federal de los estados peninsulares; el imperio de la ley en las relaciones entre la autoridad y el ciudadano; y el derecho de insurrección contra la tiranía. Veréis que tienen sus raíces en la más vieja tradición castellana.
El federalismo castellano no lo es solo en lo referente a la unión de los estados peninsulares. El estado castellano medioeval era en si de naturaleza federal: un conjunto de repúblicas autónomas en su administración y gobierno interne con un jefe común (conde de Castilla y Álava primero, rey de Castilla después), lazo federal al que correspondían como fundamentales las siguientes facultades y tributos: justicia (en grado supremo y con arreglo a fuero) ; moneda (común para todo el reino) ; fonsadera (dirección de la guerra, a la que cada comunidad ayudaba económicamente y acudía con sus propias tropas, capitanes y pendón) ; y suos yantares (es decir, el mantenimiento por toda la federación del oficio y casa reales ).
Eminentemente federal fue la unión de vizcaínos y guipuzcoanos a la corona de Castilla —los alaveses formaron en realidad parte del estado castellano desde su aparición—, uno de los hechos mas altos y significativos de nuestra historia y sobre el que nunca se llamará bastante la atención; unión absolutamente espontánea, por la cual las repúblicas vizcaínas y guipuzcoanas se incorporaban al estado castellano siempre y cuando se respetaran sus fueros; verdadero pacto federal, que todo nuevo rey de Castilla tenía que confirmar mediante el juramento foral. De aquí el venerable simbolismo del árbol de Guérnica, no solo para vascos y castellanos, sino para España entera: símbolo de libertad y de fraternal unión entre pueblos en pie de igualdad.
En el Norte de Castilla, Castilla Vieja o la Montana, las entidades autónomas básicas eran las behetrías y merindades, especie de repúblicas o "señoríos" singulares que elegían por jefe o "señor" a quien les parecía, unas veces entre los de un linaje y otras sin ningún género de limitaciones; a estas últimas se las llamaba behetrías "de mar a mar". Los señoríos de Vizcaya eran, en líneas generales, repúblicas del tipo de las behetrías, que no deben confundirse con los feudos señoriales. Alguien ha dicho que el "señor" de behetría era mas bien un funcionario que un noble con señorío feudal. Pero, a nuestro juicio, las instituciones mas interesantes de la democracia castellana eran las Comunidades de Ciudad y Tierra, que se desarrollan por todo el solar celtibérico, tanto castellano como aragonés. Las comunidades, no obstante lo mucho que de ellas se habla, son en la actualidad ignoradas por la inmensa mayoría de los españoles, a pesar de que, con las merindades montañesas, ocupaban casi todo el territorio de Castilla, como se ve con la sola enumeración de las mas importantes : Nájera, Burgos, Roa, Pedraza, Sepúlveda, Cuellar, Coca, Arévalo, la grande de Ávila (con mas de doscientos pueblos), la grande de Segovia (con mas de ciento cincuenta pueblos), Madrid, Ayllón, la grande de Soria (con mas de ciento cincuenta pueblos), Almazán, Atienza, Guadalajara, la grande de Cuenca. Las más importantes por su extensión eran las de Soria, Segovia, Ávila y Cuenca. La de Sepúlveda es famosa por su primitivo fuero, que ya regia en la época condal, hace más de mil anos; su espíritu se extiende por el Aragón comunero, el de las grandes comunidades de Calatayud, Daroca y Teruel. Madrid fue cabeza de una pequeña comunidad castellana antes de convertirse en corte de la corona de España.
Muy notable, tanto por su vasto y bien ad-ministrado territorio —comprendía ambas ver-tiente de la Sierra de Guadarrama, "aquende y allende puertos", dicen los documentos antiguos—, como por su interesantísima historia civil es la Comunidad de la Ciudad y Tierra de Segovia (nuestra tierra natal), que todavía en 1936 poseía algunos buenos pinares, pequeñas reliquias del gran patrimonio comunero de siglos pasados. Ofrece la importante particularidad de que no tenía fuero escrito —semejantemente a como Inglaterra no tiene constitución—, por lo que aparece como tradicional creación popular y es por ello manifestación valiosísima del carácter nacional de la vieja Castilla.
Las antiguas comunidades, verdaderas republicas populares dentro del reino de Castilla, poseían todos los caracteres de los estados autónomos dentro de una federación. Abarcaban territorios de extensión muy variable que comprendían a varios pueblos (a veces mas de cien y aun de doscientos), municipios con vida propia y autonomía local dentro de la comunidad. Tenían soberanía en todo su territorio, libre de todo poder señorial; y autoridad sobre los municipios de la Tierra, entre los cuales ejercían el "medianeto" (derecho de arbitraje para dirimir contiendas). El poder de la comunidad emanaba del pueblo y se ejercía por los concejos comuneros. La sede permanente del gobierno era la ciudad o villa cabeza de la comunidad que llevaba su nombre. Los bosques y pastos (que ocupaban lugar importantísimo en la economía comunera) pertenecían a la comunidad; las aguas y el subsuelo (salinas, yacimientos metalíferos, etc.) eran igualmente propiedad comunera. Los tejares, fraguas y molinos eran con frecuencia propiedad de los municipios. Con la propiedad comunera y comunal de los municipios coexistía la propiedad privada de las casas y tierras de labor.
Los órganos de gobierno de las instituciones populares castellanas (comunidades y municipios) eran los concejos. La palabra castellana concejo equivale a la alemana rat y a la rusa soviet. El régimen político y administrativo de Castilla era, pues, el gobierno de los concejos. Estos eran elegidos por todos los vecinos con casa puesta (lo que los vascos llaman por voto fogueral y vosotros decís per focs), sin distingos de privilegios por nobleza o situación económica, pues todos. los vecinos eran iguales ante la ley; lo que el Fuero de Sepúlveda expresa claramente en el precepto que manda que todas las casas "también del rico, como del alto, como del pobre, como del bajo, todas hayan un fuero e un coto" (es decir, una sola ley y una sola jurisdicción para todos) ; y en aquel otro que ordena que "si algunos ricos omnes, condes o podestades, caballeros o infanzones, de mío regno o d'otro, vinieren poblar a Sepúlveda, tales calomnas hayan como los otros pobladores".
Una restricción conocida y frecuente era que para ocupar algunos cargos del concejo (capi-tan de milicias concejiles, por ejemplo) se había de ser caballero. Pero en las comunidades de Castilla (como en el País vascongado), a diferencia de la Europa feudal, la caballería no era un cuerpo aristocrático cerrado al pueblo, sino un arma en la que podía ingresar todo el que ensillara caballo para la guerra presto a seguir el pendón del concejo, por lo cual se hacia caballero todo vecino que lo adquiriese, y dejaba de serlo quien lo perdiera. En el poema del Cid se alude a la condición democrática de la caballería castellana cuando nos cuenta como los peones de las tropas del Campeador se hacían caballeros con sus ganancias en la guerra:
 
Los que foron a pie — caballeros se fazen.
 
La autoridad suprema del estado castellano residía en el rey; pero debía ejercerla con sujeción a los fueros. Tal era el prestigio popular de éstos que todavía la palabra desafuero es, en el lenguaje llano, sinónima de acto contrario a la razón o a las buenas costumbres. La justicia correspondía al rey, pero en suprema instancia y con arreglo a "fuero de la tierra". Los vecinos de las comunidades elegían sus autoridades judiciales y no se les podía obligar a comparecer ante los oficiales del rey sin antes haberlo hecho ante sus propios alcaldes.
Los concejos rechazaban las disposiciones reales que estimaban contrarias a los fueros, de aquí la histórica frase castellana: "Las ordenes del rey son de acatar, pero no son de obedecer si son contra fuero"; que concuerda con la famosa formula del pase foral —"se obedece, pero no se cumple"— con que los guipuzcoanos rechazaban respetuosa y firmemente las ordenes reales que consideraban atentatorias a sus fueros.
Las comunidades tenían ejércitos con capitanes designados por ellas, milicias comuneras que tenían que seguir el pendón del concejo, símbolo de la autoridad militar de este. Naturalmente que el jefe supremo de los ejércitos de Castilla era el rey, a cuyas ordenes, o de la persona en quien delegara esta jefatura, actuaban los capitanes de las milicias concejiles.
Como se ve, las comunidades castellanas eran cosa distinta de los municipios comunes de la España feudal, y muy semejantes a las repúblicas (hermandades o cofradías) vascongadas.
La historia del pueblo castellano durante la Edad media es, en grandísima parte, la de sus comunidades. El proceso de su decadencia y extinción es largo y en él se dan episodios que revelan profundamente el carácter popular del viejo estado castellano.
En el estudio del pasado de España, donde cada uno de sus pueblos presenta particularidades que no es posible pasar por alto, se ha de tener mucho cuidado con las generalizaciones. Es idea muy extendida —y en líneas generales cierta para la mayor parte de la Península— que la monarquía, en su obra unificadora, apoyó al pueblo en contra de la nobleza feudal. Este aspecto de la lucha de los pueblos españoles de origen feudal (herederos de la estructura social de la monarquía neogótica) por su emancipación tiene suprema expresión literaria en "Fuenteovejuna". Como es sabido, el tema de este famosísimo drama histórico es la magnifica protesta de todo un pueblo contra la injusticia, en defensa de su honra y de la libertad; en él, el poder superior de los reyes aparece como defensor de sus súbditos contra los abusos del señor feudal. Pero este esquema no es válido para Castilla ni para el País vascongado. Aquí el empeño absorbente y centralizador de la corona no tropezó con una nobleza poderosa, que apenas existía, sino con las instituciones tradicionales de gobierno popular. Para destruirlas, los reyes se apoyaron en la aristocracia y en la Iglesia.
En esta larga lucha, las comunidades fueron atacadas, y a la larga destruidas, de diversas maneras: por división en otras mas pequeñas y por segregación de municipios y aldeas de su jurisdicción ; por donaciones a nobles, iglesias y monasterios; por intromisión de funcionarios reales en los órganos de gobierno; provocando o aprovechando rivalidades entre la Ciudad o Villa cabeza de la Comunidad y los pueblos de la Tierra; fomentando en el seno de la Comunidad el desarrollo del oligarquías privilegiadas, de lo cual es caso notable Ávila, en donde un grupo de familias domina el gobierno, convirtiendo la vieja ciudad comunera en Ávila de los Caballeros.
La liquidación definitiva de las viejas comunidades castellanas corresponde paradójicamente a los gobiernos progresistas del siglo xix. Aquellos bien intencionados libérales, entusiasmados con las doctrinas de la Revolución francesa y deslumbrados por la grandeza de esta, creían dogmáticamente que las revoluciones y cambios sociales tenían que realizarse en todas partes copiando el patrón francés, sin tener en cuenta las condiciones, los antecedentes históricos y el carácter de cada pueblo. Aquellos progresistas fue-ron causa de un retroceso político, económico y social en muchos aspectos de la vida del país comunero. Al sacar a venta los llamados bienes de manos muertas (buscando lo que en Francia había sido un indudable progreso que acaba con la propiedad feudal de los nobles y la Iglesia para crear una clase de burgueses labra-dores), nuestros buenos libérales malbarataron el patrimonio comunero, y, sin contribuir al fomento de la producción agrícola, esquilmaron la riqueza forestal y crearon una clase de terratenientes reaccionarios antes inexistente en Castilla. Gran lección que nos demuestra, con el ejemplo de casa, que si bien las ideas son (o deben ser) de curso internacional, en las realizaciones políticas, económicas y sociales hay que tener en cuenta las circunstancias propias de cada país y sus antecedentes históricos. Algo en que seria muy interesante que meditaran quienes hoy, con igual o aun más cerrado dogmatismo, creen en la infalibilidad de otros patrones extranjeros.
Otro rasgo característico de Castilla era el carácter laico de su administración pública. En contraste con la gran actividad guerrera y política de los obispos y abades de la Europa feudal, grande también en los de la corona leonesa, de fuerte tinte teocrático, era norma consuetudinaria en Castilla que los clérigos no pudieran sentarse en los concejos; e incluso hay disposiciones reales que sancionan esta costumbre, y preceptos forales tendientes a evitar la excesiva acumulación de riquezas en manos de la Iglesia. El carácter laico del gobierno (compatible naturalmente con el sentimiento religioso de los ciudadanos, muy vivo en la época medioeval), era mas explicite en el País vasco. Sabido es que en Guipúzcoa no estaba permitido a los clérigos ser procuradores en Juntas.
Incluso en el aspecto religioso muestra Castilla su particularismo nacional. Mientras la monarquía imperial leonesa se pone bajo la protección, que luego se extenderá a toda España, de la gran figura de Santiago, cuyo sepulcro se venera en Galicia, los castellanos invocan a un modestísimo santo local: el riojano San Millán de la Cogolla, patrón de Castilla.
 
Tales eran el espíritu, la organización política y la estructura social de Castilla. Vosotros, catalanes que me escucháis, podréis ver claramente lo que tienen que ver con ellos las leyes que, calificadas de castellanas, impuso en vuestra tierra la monarquía española con el famoso "Decreto de Nueva Planta". En este, como en otros muchos casos, el nombre de Castilla se ha utilizado para rotular cosas no solo diferentes sino opuestas a lo que fue y represente el pueblo castellano.
 
La fisonomía de Castilla comienza a desdibujarse en la historia desde la unión definitiva de las coronas leonesa y castellana, y decae ininterrumpida y aceleradamente a partir del derrotado alzamiento contra el emperador Carlos V, llamado impropiamente de las comunidades de Castilla, pues no fue exclusive de esta ni de sus comunidades, ni tuvo la misma significación en todos los lugares por donde se extendió.
Su figura histórica y su carácter nacional han sido escamoteados en un sutil proceso que ha consistido en poner el nombre castellano como título de las coronas unidas, retirando poco a poco el de León, pero manteniendo como esencia de la monarquía el contenido tradicional de la neogótica. Y así se ha borrado la personalidad de Castilla hasta tal punto que los nombres de Castilla y León, que significaron en la historia de España estados y concepciones antagónicas, representan hoy para la mayoría de los españoles una sola y misma cosa.
De esta manera Austrias y Borbones, Carlos y Felipes, que no son castellanos, ni siquiera españoles, traen y llevan, para bueno y para malo, el nombre de Castilla por todo el mundo. Y a medida que este nombre se pronuncia más y mas, Castilla, la verdadera Castilla, tiene que ver menos y menos con la monarquía que lo utiliza.
El equivoco ha llegado incluso a desplazar la acepción geográfica de Castilla. Esta confusión, que alcanzo su máximo en el siglo pasado y comienzos del presente, ha tenido resonancias literarias en la obra de nuestros mejores escritores (Unamuno, Ortega, Azorin —Machado no, este se encariño con la Castilla celtibérica—). A pesar de que Castilla es un país sumamente montañoso, que arranca de la Montana por antonomasia (cuna de Castilla) para extender-se por las serranías de la antigua Celtiberia, es lugar común que inunda la literatura moderna el de la "parda llanura castellana", que no es castellana, sino leonesa (la Tierra de Campos o los Campos góticos, al poniente del rió Pisuerga, limite de la primitiva Castilla con León) o manchega (la Mancha, al sur del Tajo, donde tampoco rigió la ley castellana). No obstante que Castilla como estado independiente surge en la historia de un movimiento nacional triunfante, por incompatibilidad de los castellanos con el centralismo imperial leonés, es idea tan generalizada como discordante con la verdad histórica la del "espíritu castellano centralizador". Se habla de la "orgullosa nobleza castellana", cuando Castilla se distinguió entre todos los estados peninsulares, juntamente con el País vascongado, por su espíritu democrático —"nadie es mas que nadie", reza una vieja sentencia castellana— y por la menor importancia que en ella tuvieron la nobleza y el clero. Se repite monótonamente lo del "absolutismo castellano", aplicado a un pueblo que, con los vascos, .encarno nuestra mas pura tradición de libertad. A Castilla se atribuyen todos los entuertos de la monarquía española —que a veces lo son de Es-pana entera— y también hazañas que no le pertenecen. Se ensalza a los grandes capitanes y conquistadores castellanos, aunque se trate de andaluces, como Gonzalo de Córdoba, Alvarado y Jiménez de Quesada, de extremeños, como Cortés, los Pizarro y Valdivia, o de leoneses, como Diego de Ordás, Ponce de León y Vázquez de Coronado; y se censura a los gobernantes castellanos aunque se trate de un nacido en Italia de estirpe andaluza, como el conde-duque de Olivares, o de un extremeño, como Godoy. Y por fortuna todo el mundo sabe que Franco es gallego. Por fortuna, decimos, porque si a nadie se le ocurre culpar a la hermosa Galicia del nacimiento del dictador, de haber venido al mundo en Castilla no hubieran faltado insensatos dispuestos a ver en el "Caudillo" la encarnación del "absolutismo castellano". Incluso en detalles anecdóticos se enreda el nombre de Castilla. Es frecuente hablar de su pendón morado, que tiene tanto de castellano como de canario o balear, pues lo adoptó la monarquía española muchos siglos después de que Castilla hubiera dejado de existir como estado independiente. El color de Castilla, como el de Navarra, era el rojo del campo de su escudo, y todavía lo es (o por lo menos lo era en 1936) de la ciudad de Burgos, su antigua cabeza.
Otro motivo de confusión alrededor de Castilla es el nombre de Castilla la Nueva con que se suele designar una región arbitrariamente imaginada con tierras castellanas (las de Madrid, Guadalajara y Cuenca) y otras que no lo son (las toledanas y manchegas del antiguo reino de Toledo). Estas últimas, organizadas después de su reconquista al modo feudal leonés y regidas por el Fuero Juzgo, no tomaron de Castilla más que la lengua, que por cierto se desarrollo en ellas durante los siglos de oro con la mayor elegancia y perfección literaria.
La confusión entre León y Castilla y la personalidad propia de esta han sido señaladas repetidamente por Carretero y Nieva (de cuyos trabajos arrancan los nuestros). Y vuestro presidente, don Pedro Bosch-Gimpera, la indica claramente cuando, en una de sus obras más conocidas, dice que después de la unión de las coronas "Castilla queda ofuscada y, en adelante, aunque siga hablándose de Castilla y esta con el tiempo se convierta de nombre en el país hegemónico, se trata de una Castilla que continúa la herencia leonesa".
La compleja cuestión de las nacionalidades españolas no podrá ser cabalmente comprendida —sobre todo en su desarrollo histórico— si no se hace la debida distinción entre León y Castilla, y se reconoce el importante papel desempeñado en la historia de España por aquella región (a la que, dicho sea de paso, nos unen hondos vínculos cordiales nacidos de larga y muy grata residencia en ella).
 
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Después de lo que acabamos de decir, comprenderéis que, como castellanos, rechacemos rotundamente esa división de la Península Ibérica que hacen algunos en cinco nacionalidades. Cuatro de ellas son: Portugal, Galicia, el País vasco o Euzcadi y Cataluña; a las que agregan otra que unas veces llaman España y otras Castilla y definen por eliminación.
España, al igual que Iberia, es un nombre de significación geográfica que designa desde antiguo a toda la Península, y que en el aspecto nacional abarca por lo tanto a todos los pueblos que la habitan, ninguno de los cuales es mas o menos español que cualquiera de los restantes porque España es el conjunto de todos ellos, o el vocablo carece de sentido.
En cuanto a esa Castilla tan disparatadamente definida, resulta un conglomerado de pueblos (Asturias, Aragón, Andalucía, Castilla, Extremadura, León, Murcia y las Islas Canarias) cada uno de los cuales tiene personalidad propia (alguno tan singular como Andalucía) y ha desempeñado su papel en la historia conjunta. Rechazamos, pues, esta falsa división no por afán "imperialista" sino por todo lo contrario: porque queremos ver definida a Castilla en sus propios y verdaderos límites.
Algunos basan tal división nacional en un criterio lingüístico, sin tener en cuenta que si bien la lengua contribuye a dibujar la personalidad de un pueblo no decide la nacionalidad. En otro caso los Estados Unidos e Inglaterra serían una sola nación, como lo serian también todas las repúblicas americanas de habla castellana junto con la mayor parte de la Península ibérica; por el contrario no podrían existir naciones como Bélgica y Canadá, ni menos aun Suiza, Yugoeslavia y la India.
Por otra parte el idioma castellano —que bien podría haberse llamado también romance vascocántabro— es otro vínculo de parentesco histórico entre Castilla, el País vascongado, Navarra y Aragón. Mientras que en las cinco actuales provincias de León, lo mismo que en Extrema-dura, el castellano tuvo que enfrentarse —ventajosamente desde que fue lengua de la corte— con antiguos romances leoneses mas parecidos al gallego; y a la Mancha, Andalucía y Murcia llega con los avances de la Reconquista; en el País vascongado, Navarra y el Norte de Aragón surge y se desarrolla espontáneamente, con matices dialectales, entre gentes de primitivos idiomas éuscaros. La contribución de los vascos a la fonética castellana ha sido estudiada por los filólogos. Bástenos aquí señalar que la pérdida de la f (hacer por facer, hijo por fijo), rasgo característico del castellano, se debe a influencia vascongada. El castellano se habla en tierras de Álava antes que en Soria, Segovia y toda la Castilla celtibérica; y los vascos —aunque el vascuence siguiera hablándose en el país— lo han empleado como lengua escrita desde tiempo inmemorial, aun en épocas de la más completa independencia política. En Navarra, no obstan-te su total independencia de Castilla y los vínculos de sus reyes con Francia, el castellano era la lengua de la inmensa mayoría desde mucho antes de su incorporación a la corona del Rey Católico. Y también Aragón, a pesar de ser no solo independiente de Castilla sino parte de un estado predominantemente catalán, ha tenido como lengua propia, espontáneamente desarrollada, el castellano (con algunas variaciones dialectales).
 
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Hecho este rápido recorrido por la historia nacional de Castilla, desde sus briosos orígenes medioevales hasta su letargo actual, no queremos terminar la conferencia, que ya va resultando demasiado larga, sin hacer algunas reflexiones con la mirada puesta en el futuro.
Muchas enseñanzas podríamos sacar de la historia de Castilla y de sus viejas instituciones quienes ansiamos una nueva España. Nos limitaremos aquí a señalar que las izquierdas españolas —emplearemos, para abreviar, esta denominación un tanto confusa— han heredado el privilegio de poder estimular las transformaciones sociales mas avanzadas en nombre de la tradición, y han ignorado en general hasta la fecha tan formidable herencia. Lo que a otros pueblos se ha de plantear como ruptura revolucionaria con el pasado, puede en muchos casos presentarse al español como proyección hacia el futuro de nuestra mejor tradición.
No tratamos de mantener "casticismos engañosos", sino de buscar lo que Unamuno llamaba la "tradición eterna", "sustancia del progreso". La cuestión esta en descubrir y mostrar la verdadera tradición del pueblo (y no en falsearla y desnaturalizarla, como se ha hecho con la tradición castellana), combatirla en cuanto resulte nociva, y utilizarla como factor de progreso cuando sea aprovechable como tal.
Debemos acercarnos con propósitos de ilustración a la historia de los demás pueblos y recibir sus enseñanzas sin alimentar artificiosos tradicionalismos ni estúpidas patrioterías; pero no imitar servilmente a nadie; ni aceptar como invenciones extranjeras, porque están en lo mejor de nuestra tradición nacional, cosas tales como los afanes de libertad y de justicia, la organización federal del estado y el imperio del interés publico sobre la codicia de la propiedad privada.
 
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En un mundo en gravísima crisis, España pasa actualmente por el trance mas difícil y doloroso de su moderna historia; de él puede resurgir como pueblo digno y creador para desempeñar, al lado de las naciones mas ilustres de nuestro viejo continente, el papel que por su capacidad intelectual, valor moral, situación geográfica y eminente historia le corresponde en la nueva Europa que se gesta; o puede hundirse definitivamente entre los estados semicoloniales y satélites que, como títeres trágicos, mueven las grandes potencias que se disputan la hegemonía mundial.
Todo depende de que sepa salir de la tremenda situación actual, no para caer en otro régimen de opresión, ni para resucitar ningún pasado definitivamente muerto, sino para levantar una nueva Iberia.
Sólido cimiento de esa nueva España, profundamente española y universal a la vez, ha de ser la firme unión de todos sus pueblos. Unión, decimos, mejor que unidad. Porque de lo que se trata es de unir y articular, no de fundir o machacar en un gris monótono lo que es un conjunto de rico colorido. Unión de unidades (como dice Irujo). No la empequeñecida España Una, que no es España (por lo menos no sería una España consecuente con su natural condición y desarrollo histórico), sino las Españas unidas, la Comunidad o Unión Ibérica, que si será una patria cabalmente española: de todos sus hombres y de todos sus pueblos (sin excluir a Portugal). Porque España, la nación española, nación de naciones o comunidad de pueblos, es el resultado de un largo, difícil y doloroso proceso histórico en el que han tomado parte todas ellas. Todos. Pues no es verdad eso que, con desafortunada frase, escribió Ortega —lo manifestamos con el respeto que su figura merece— de que España es una cosa hecha por Castilla y que solo cabezas castellanas pueden percibir el gran problema de la España integral, ¡Menguada España —hemos dicho en otra ocasión— la que solo pudiera ser cabalmente concebida por cabezas castellanas!
Se trata, pues, de encontrar una formula política, una constitución del estado español que armonice la unión con la variedad nacional; que no solo respete, sino que proteja con la unión de todos la personalidad de cada cual.
Eso es precisamente el federalismo. El federalismo que en Suiza, los Estados Unidos, Alemania, Yugoeslavia y tantas otras naciones ha hecho compatible la unión con la autonomía de las entidades federadas. El federalismo tradicional de España. Porque federal fue —lo hemos visto- la estructura de la vieja Castilla; y eminentemente federal la unión de los vascos al estado castellano. Federalismo español que se manifiesta con mayor claridad formal en los estados de vuestra histórica corona de Aragón; donde Cataluña, Valencia y Aragón tienen cada uno sus propias cortes y sus leyes, y para los asuntos comunes a los tres reúnen además las Cortes de la Unión. Organización esta en que España se adelanta en la historia hacia la creación de los modernos estados constitucionales de carácter federal. Federalismo que resurgirá después en la concepción de Pi y Margall (uno de los políticos mas genuinamente españoles del siglo pasado); que (aunque excesivamente doctrinaria, como hija de la época), no es copia de ninguna teoría política extranjera, sino que nace del estudio de la realidad histórica y de las necesidades de su pueblo por una mente española abierta a la cultura universal.
No podemos rechazar los españoles el federalismo como algo exótico y perturbador; pues es magnifica creación propia, digna del mayor respeto y legitimo motivo de satisfacción. Lo importado, lo extranjerizante y desquiciador ha sido el intento de imponernos, por la fuerza o con engaños, el uniformismo centralista, contrario a nuestra propia naturaleza.
La formula de los "estatutos" de 1931 no resolvió definitivamente el problema nacional, al establecer una corrosiva dualidad entre españoles y regiones "con estatuto" y españoles y regiones "sin estatuto". Los primeras eran considerados por los centralistas como menos españoles que los segundos, pues para ellos el hecho de reclamar gobierno autónomo significaba ya renegar en parte del españolismo, falsamente identificado con la idea unitaria de la nación. Ni estatutos ni constituciones hibridas. Es preciso ir decididamente a una organización federal de la nación española. Tiene razón Madariaga cuando dice que hemos alcanzado un punto en la evolución política de España en el que la autonomía es ya necesaria no solo a los países que la piden sino, quizás aun mas, a los que no se dan cuenta de que les hace falta.
Constitución federal, con soluciones civilizadas, inteligentes y cordiales para nuestros problemas. Como la del bilingüismo que gozó Cataluña durante la República; que al mismo tiempo que os hizo plena justicia y dio satisfacción al declarar oficial vuestra lengua vernácula, os dejo el castellano como instrumento de relación con los demás pueblos de España y mas amplio acceso a la cultura universal; merced a lo cual, todos los catalanes que estáis aquí, en países americanos de lengua castellana, habéis podido desarrollar vuestra capacidad de trabajo y vuestras dotes creadoras en iguales condiciones que los otros españoles. Idioma castellano hemos dicho, y no español; pues igualmente españolas son todas las lenguas habladas en nuestra península. Razón por la cual no se puede decir a un catalán que se expresa en su lengua materna que hable en español, porque en español, aunque no en castellano, ya esta hablando. En verdad, el genuino y más auténtico español de Cataluña es, naturalmente, el catalán, aunque os sea igualmente propio el castellano.
Unión federal para librar a España del centralismo que hoy y desde hace mucho tiempo la asfixia; y para prevenirla contra el separatismo que pudiera intentar desgarrarla mañana. Unión que hay que preparar principalmente por el mejor conocimiento mutuo, la eliminación de malentendidos y el rechazo de malévolas acusaciones, como esa de la supuesta subyugación de unos de nuestros pueblos por otros. Porque ningún pueblo de España, ninguno, ha sido sojuzgado por otro hermano: todos han sido victimas de las mismas oligarquías de dentro y han tenido los mismos enemigos fuera.
 
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Cuando los amigos se enteraron de que iba a dar esta conferencia, no falto alguien —por lo demás persona sensata— que me dijera: "¿Pero va usted a atreverse a hablar en el Orfeo Catalá? ¡Y sobre Castilla!" (Tan estúpidamente y hasta tal punto se envenenan a veces las relaciones entre nuestros pueblos). A lo que hube de responder: "Si, voy a hablar, con mucho gusto, de Castilla en el local del Orfeo, por invitación del Institut Catalá de Cultura; y abrigo la ilusión de que a algunos de los oyentes pueda interesarles lo que les diga".
Si así ha sido; si en algunos de vosotros ha despertado interés lo que os he dicho, además de haber disfrutado de vuestra compañía, tendré la satisfacción moral de haber contribuido con mi modesta labor a reforzar los vínculos cordiales entre catalanes y castellanos; para bien de Cataluña, de Castilla y de todos los pueblos de nuestra España.


Moltes mercés per la vostra atenció

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Anselmo Carretero y Jiménez

 


 Común, es la personalidad de Castilla

 

(Obra entrecruzada con castellano hablantes)
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A la memoria de las 192 víctimas y todos los más de 1840 heridos en la masacre, realizada por el Fundamentalismo Islámico, de la que es responsable el Fundamentalismo imperial español, el 11 marzo 2004 en Madrid. La Nación Castellana no olvida, ni perdona.
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Por necesidad e higiene democrática pugnamos enjuiciar por apología al golpe de estado, a la violencia, a lo homogéneo… a la Fundación Franco. Esta quiere mantener ese espíritu vivo, como proyecto para la sociedad hoy y mañana. Y todo eso con financiación publica, exigimos su prohibición y confiscación de bienes.
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(Republicanos Federales Independientes de Castilla. Enrique Parra Giménez)
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Tanto, Unión como Lucha flexible
El desarrollo del pensamiento en la construcción comunera necesita, tanto de unión como de la lucha flexible, (sin transigir ante los imperiales ni chovinistas), pues de ellas emana continuamente la iniciativaproactivaconque se forjan los medios, para lograr la federación democrática participativa. Respetando el derecho a decidir de cada persona y su nación. Redimimos el reconocimiento de nuestras necesidades independentistas, por la libertad del Estado castellano, que es nuestro fuero. Y esta, reivindicación la afirmamos ante: las y los Alonso Quijano españoles de la izquierda antifascista y revolucionaria. Y esa misma actitud, aplicamos a todas las y los trabajadores y naciones oprimidas del Estado, así empezamos por ponernos de acuerdo sobre el significado que damos los castellanistas a las palabras que usamos, para hacer realidad nuestros avances de entendimiento.
Y a lo que queda, de Leyenda Negra a los Loyola y Quijote con su Estado imperial actualmente a “Democracia Representativa reactiva” ¡que sean lo que quieran!.
(AUDIO-VIDEO) de la Canciller hondureña Patricia Rodas:
Clinton debe hacer seria diferencia entre pacíficos y violentos. Del 25/07/09
Aporrea.org/tiburon/n139311.html
Siempre y cuando en previa negociación democrática, reconozcan la pluralidad existente en todas las esferas de la sociedad y la étnicidad diversa; que con la Federación Democrática Directa y Participativa deciden, hacer las naciones oprimidas su propio estado.
Las y los Alonso Quijano españoles republicanos antifascistas y revolucionarios,
y el nacionalismo Sancho panzista castellano
Los trabajadores y patriotas castellanistas, están cerrando el ciclo, de la campaña electoral al Parlamento Europeo, desarrollan denuncias al pucherazo, hurto de votos y violación del proceso electoral… realizado, por la democracia representativa burguesa; contra la federación democrática participativa de Iniciativa Internacionalista-Solidaridad entre los Pueblos (II-SP).
 Todas y todos los Alonso Quijano y Sancho castellanistas, participamos tanto en la lucha como en la unión dentro de la legalidad, y “hacemos un claro rechazo y condena del uso de la violencia para la obtención de objetivos políticos en el marco de un Estado democrático y plural,” por eso utilizamos el voto y los medios constitucionales: a corto y medio plazo compartiendo soberanía, (táctica proactiva) por la autodeterminación, el empleo y la igualdad de genero para la mujer. Y a largo plazo reivindicamos la (estrategia activa) para la independencia de Sancho Castilla. Y eso se logra actualizando cada día nuestra nueva alternativa, para el Estado federal independiente castellano.
Por eso, sea conseguido poner en marcha una alternativa donde confluyen pluralidad de proyectos, y corrientes políticas. En ellas concurre mucha gente que viene de diversas partes y que proponen alternativas propias de cada personalidad colectiva. Agrupación, original y con una gran potencialidad, de fuerzas políticas soberanistas e independentistas de izquierdas, con sectores anti capitalistas de ámbito estatal. Y se concurre con otra confluencia que nos parece de primordial importancia, la de gentes procedentes del mundo del arte y de la cultura, cuyo papel es imprescindible en cualquier proyecto popular. Debemos llegar a un verdadero acuerdo con otros revolucionarios, ya que la virtud de   II-SP, reside en que existe una estrategia clara y coherente, respecto a la cuestión de la emancipación: de género para la mujer, para los trabajadores empleo, y para la cuestión de las naciones su derecho inalienable de auto determinarse, del Estado.
Fraguar la iniciativa, forjando la solidaridad con el federalismo democrático participativo. En cada área, las y los Alonso Quijano y Sancho/a del pueblo oprimido castellano; para acabar con el régimen demofascista.
Se debe vencer los obstáculos que mentalmente someten a las gentes y su personalidad, cansadas ya de dejarse morir en vida. !Dejemos de quejarnos gente de Castilla!; !y no callar... hasta convertir las palabras en fuero soberano!
“Desde el origen las instituciones municipales de Castilla, en nuestra Edad Oscura y Media alcanzan gran importancia y ofrecen tanto interés para la innovación sociopolitica actual; el continuo e irreconciliable antagonismo que forzosamente ha surgido frente a la oligarquía imperial. Y la recuperación de toda nuestra memoria institucional, son nuevos y originales elementos de la democracia participativa y directa en la vida municipal castellana, cuyo proceso desde sus primeros momentos, no es otra cosa que una lucha sin tregua con las agresiones violentas permanentes de la oligarquía. Esto explica suficientemente las enormes dificultades que actualmente siguen opuestas a la unión de Castilla y ha nuestro desarrollo y demuestra de qué modo es menester a las mujeres y hombres de los Municipios todo el tesón y toda la energía que estamos    aportando generación tras generación castellanista, en la contienda, hasta lograr de nuevo recuperar y erigirnos en Poder Independiente castellano. Las circunstancias de nuestro tiempo nos obliga a echar renovados cimientos de todo el régimen Comunero.
Con la estrategia reactiva de la transición y su táctica a modo bipartidista en el estado de las autonomías, sigue   dominando la oligarquía imperial españolista.
Por todas estas causas los habitantes de los Municipios de las ciudades, villas y aldeas en las Comunidades Autónomas castellanas; para eliminar tantos obstáculos de nuestro camino, las nacientes y existentes asambleas municipales, son las que comprenden bien pronto, que para vencer continuamente necesitamos posponer todo secundario interés y buscar cotidianamente en la federación que es unión, la fuerza de que aisladamente carecemos. Tales son los motivos que determinan la formación hoy de II-SP; que, como, en Fuente Ovejuna (Lope de Vega, ISBN: 84-376-0273-4), debemos ir todos a una” La oligarquía imperial así lo practica para ella desde hace siglos..., por eso la revolución castellana y española encuentran, tanta dificultad, para vencer la contrarrevolución española.
Ver: Las Hermandades de Castilla y León. I.S.B.N.:84-9761-354-6      www.maxtor.es    
Leer: de F. Pi y Margall. LA REACCIÓN Y LA REVOLUCIÓN: ISBN: 84-85887-02-6
Anthropos, Editorial del Hombre.
Agrupar para cada acción concreta fuerzas superiores de los trabajadores y de cada nación, es ser internacionalista y estar cada día las y los Alonso Quijano de la izquierda antifascista y revolucionaria española e independentistas Sancho Panza de Castilla;   federados por la democracia participativa y directa.
Común es nuestra personalidad socialista castellana
Trabajemos por el cambio de régimen constitucional y plural. Que lleva la revolución federal democrática participativa, continuamente y sin fin, algunos dicho cambio lo denominan socialismo, cosa respetable; los castellanistas tenemos nuestra personalidad en el Común. “Común es el sol y el viento, común ha de ser la tierra que vuelva común al pueblo lo que del pueblo saliera” . (Los comuneros, de Luis López Alvarez. I.S.B.N.: 84-505-1199-2).
Por lo cual, todos los medios de producción, transformación, distribución, logística y consumo, que sobrepasen la capacidad de gestión personal y familiar; serán propiedad del Común a escala local, comarcal, de comunidad y tierra: de la institución gubernamental y estatal de la nación castellana. Así es lo propio de nuestro socialismo, en el Común.
Hablando bien para entendernos, el Común es nuestra personalidad socialista castellana, para ahora y aquí. ¿Hay que soñar, pero con los ojos abiertos; creer en autopias.., aunque también esta demostrado por los hechos, que todas ellas, al apartarse del federalismo democrático participativo del común. Terminan en tiranía…?
Escuchar a la nueva generación. !!Castilla entera se siente Comunera!!, de Metacastellano
La materia inasequible del cerebro
Es el avance mental de la materia inasequible del cerebro de cada persona, el determinante consciente, de nuestra existencia y pensamiento, -porque somos sujetos de la étnica nación de Castilla. Que desde Atapuerca… andamos haciendo camino como pueblo de Iberia y de Europa-. http://atapuerca.org y   http://fundaciónatapuerca.es/ 
“Estructuralmente, el cerebro es una máquina compleja. Es una de las cosas que más desconoce la mujer y el hombre. Y en cuanto a sus funciones, la conciencia representa sólo una pequeña parcela de nuestra psiquis… Nos afectan muchos estímulos que no percibimos conscientemente y que, por lo tanto, no podemos evaluar de manera racional. Algunos llegan a ser importantes. Esto es el origen, por ejemplo, de las “corazonadas”, o de lo que manifestamos en ocasiones con frases como “intuyo que…” El número de neuronas que contiene nuestro cerebro -sólo en la corteza- puede calcularse en diez mil millones. Y él número de conexiones entre ellas supera toda imaginación.
Dos personas distintas habitan en nuestro cerebro, unidas como mellizos siameses, a lo largo de la línea media. Una de ellas es verbal, analítica, dominante. La otra es artística pero muda, casi misteriosa en su totalidad.
Estos son el hemisferio izquierdo y derecho de nuestro cerebro, constituido por dos mitades unidas por una compleja red de fibras nerviosas que forman un grueso “cable” llamado cuerpo calloso. La conexión con el sistema nervioso determina que el hemisferio izquierdo controla la parte derecha del cuerpo, y el hemisferio derecho controla el lado izquierdo.
Si se corta este cable, suceden una serie de circunstancias curiosas. El lado izquierdo del cerebro (en el que esta alojado el centro del habla), ya no sabe qué está haciendo el lado derecho, aunque insiste en encontrar excusas para lo que haya hecho la mitad muda, y sigue operando con la ilusión de ser una sola persona.
El ser humano es el único que ha desarrollado distintos usos para cada mitad de su cerebro. Esta asimetría, que todos reconocemos cuando decimos si somos derechos o zurdos,
es el glorioso mecanismo a través del cual la mujer y el hombre está capacitado para hablar. Es lo que nos diferencia de los simios.
Cada parte del cerebro está a cargo de diferentes procesos mentales:
Hemisferio izquierdo                                      Hemisferio derecho
Lógica                                                                Emociones
Razonamiento                                                    Música
Lenguaje                                                             Imaginación
Números                                                             Imágenes
Análisis                                                               Color
Linealidad                                                           Reconocimiento de formas
Abstracciones                                                      Creatividad general
Como se ve, y a diferencia de lo que se pensó, la mitad derecha del cerebro es simplemente muda e iletrada. En realidad, percibe, siente y piensa a su manera, que en algunos casos puede ser superior a la del hemisferio izquierdo. El único problema es comunicarse con ella en forma verbal.
El comportamiento de los dos medios cerebros en la gente normal esta rodeado de mucho misterio. Nadie sabe si estas dos mitades gemelas también se ignoran entre sí, se inhiben una a otra, cooperan, compiten, o se turnan para los controles.
Casi todos nosotros, sin advertirlo, y en diferentes circunstancias, tendemos a utilizar sólo el hemisferio cerebral derecho. Analicemos estos ejemplos:
¿Qué le proporciono la solución? La “divagación” del cerebro derecho, que casi todos tenemos durante una actividad física, una caminata o un paseo”.
(Ver): Nuestro complejo cerebro.        http://encontrarte.aporrea.org/teoria/ciencias
Hacia el federalismo democrático participativo
Las cosas humanas no son eternas, yendo siempre en declinación de sus sistemas hasta llegar a su último fin, aunque el sistema reactivo de vida imperial, mantiene su privilegio oligárquico y su vida, violando el espíritu, los usos y costumbres del fuero soberano de la Ley constitucional. Dicho sistema privatiza los beneficios, del trabajo creador de multitud de generaciones, desde la derrota del Estado Independiente castellano; para ello utiliza las instituciones pre-capitalistas, inventan el golpe de Estado del 13 de marzo del 1516, donde L´archiduc Charles, principe de los Pays d´En-Bas, es proclamado en la Catedral de Sainte-Gudulle en Bruselas reí de las Españas, bajo el nombre de Carlos I. Dicho golpe de estado de la Asamblea de Bruselas de ese 1516 , donde Chièvres, grito: “Vive Leurs Majestés Catholiques, Jeanna (nuestra última reina de Castilla y madre de seis hijas e hijos, uno de entre ellos) et Charles” .
 Leer: Jo Gérard. CHARLES QUINT. ISBN 2-87367-070-3
Reacción permanente son sus golpes de Estado y guerras oligárquicas... comparable al del 18 de julio de 1936, hace 73 años.
Leer: Genocidio y crimen de lesa humanidad
Con los que impone el capitalismo la oligarquía, colectivizan y socializan sus perdidas en las diversas formas de su economía financiera; imponiéndoselas a los trabajadores y a las naciones oprimidas y divididas por él. Tanto golpe de estado, guerras injustas, colonización, genocidios imperiales; sólo para hacer vivir al sistema capitalista. Nos lleva a reivindicar, para Castilla !ahora y aquí! !el Socialismo Comunero y el Estado Federal Independiente castellano!
Llega su fin y se acaba lo que queda, del Loyola y Quijote España, pues, “cual ha sido la vida de su sistema tal será su muerte y entierro”. Cuando él, menos lo pensaba; la nación sancho pancista de Castilla, luego de un proceso prolongado… con la “Iniciativa Internacionalista-Solidaridad entre los Pueblos” ¿u otras formas venideras...? le puede vencer con la paz, arma constitucional del voto y dentro de la legalidad democrática, declaramos: de forma clara y sin ambigüedades que el uso de la violencia es completamente ajena a nuestra forma de acción y cultura política del Común socialista.
El sistema imperial chovinista español, molido y maltrecho y después de que allá, en América Latina, acabaron por vencerlo las soberanas repúblicas federal democráticas, al haber arrancado en viva pugna, la dignidad de su primera independencia (continuada actualmente por la segunda independencia con la democracia participativa directa, social y socialista)... Es la Castilla Comuner@s, la Izquierda Castellana, la y el Sancho/a fiel del Común, agrupando las gentes y tierras de nuestro añorado país. Federados, a las y los Alonso Quijano antifascistas y revolucionarios, los que enterraran; al loyola y quijote, haciendo desaparecer de la faz de la tierra su reaccionario sistema.
El régimen español; está armado hasta los dientes y además, sea dotado de una Ley Electoral discriminatoria, basada en perpetuar su dominación de clase: según dicha Ley D´Ont. ¿Y a pesar de su inmovilismo, al sistema hay que enterrarlo, porque huele a putrefacción por todos sus lados? ¿Lo que exige por medida de higiene, que la federación democrática participativa, de las étnicas naciones y diversidad de gentes de todas las clases trabajadoras, acaben constitucionalmente; con la democracia representativa?
La república de Castilla sera federal democrática y participativa, su economía ha de centrarse en el Común. No se admite que el capital privado, ni las empresas, ni monopolios e intermediarios demasiado grandes, para la gestión y administración personal… dominen la vida material de la gente castellana. Al capital de la producción real y privado, no se le permitirá dominar la vida material del pueblo; éste es el sentido en que se fundamenta la limitación y control de la economía y capital real, para Castilla.
El Poder castellano, es el Común,
 más la utilización de nuestra agua
y la Solidaridad entre los Pueblos
Los comuneros practicamos la elección directa de representantes, desde la asamblea soberana de vecinos.
Los sujetos castellanos, reivindicamos la racionalidad y justicia que permita el desarrollo digno de la identidad de nuestra nación. Y por eso, rechazamos que se ponga u ocupe la centralidad: pues esta hace parte de la táctica reactiva del concepto centralista: del cosmopolitismo, ciudadanía, de metrópoli, de pertenencia de clase, de glovalización y de ciudadanos del mundo. Es evidente que desde el 1521/22, la organización comunera de Castilla. A pesar de nuestra derrota, a mantenido al hilo del tiempo la continuidad en la memoria, que tuvo la mentalidad y la acción revolucionaria comuneras hasta en los arbitristas del siglo XVII, perseguidos por apuntar soluciones a la ya evidente crisis. O a comienzos del siglo XIX, cuando en pleno romanticismo la mejor gente, como el guerrillero burgalés El Empecinado, el coronel Riego que venció al absolutismo, o nuestro poeta Espronceda fueron y se llamaron comuneros.
Para servir a la revolución castellana, se han de hacer tareas pequeñas al cotidiano y así llegar a ser capaz de efectuar las grandes; cuidar del trabajo y estudiar, lleva a saber luchar. Esta es una actitud sancho pancista, a hacer.
Se manifiesta el centralismo. Desde el catolicismo imperial Astur-Galaico- Leonés; hasta el régimen autoritario y racista castellano de Isabel la Católica. Seguido 16 años más tarde del invento imperial bourguiñon y de los Austria, con el fundamentalista Loyola. Y el posterior aventurero y conquistador Quijote. El ayer nacional catolicismo y actual posfascismo autonómico. Todos inventos, que deshacen la unión de las gentes y tierras y hurtan las aguas a Castilla, debilitando la federación democrática participativa. En Castilla, el quijotismo proviene del magnate “qual se pagan” leer Fuero Viejo de Castilla pg33, I.S.B.N.:84-8339-029-9, que vive de la violencia y la guerra, su oficio y herramienta el uso de las armas, su especialidad la muerte, el masacre y la dominación violenta. Se institucionaliza en “casta” oligarquía militarizada, éste, coloca el interés individual “castrense” en primer plano. Sobre la soberanía del Común, relegando los intereses de las castellanas y castellanos al segundo..., ello a engendrado la primera glovalización de la oligarquía financiera militarista colonial, en todas las áreas de la vida en sociedad: sea cual sea las mil y una formas, que toma su dominación imperial, hasta hoy.
Siglo para la independencia de Castilla, por el federalismo democrático participativo.
Pro: Academia Castellana.
Enrique Parra Giménez